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martes, 11 de agosto de 2015

El Unicornio

TÍTULO: El Unicornio

AUTORA: Iris Murdoch

EDITORIAL: Impedimenta

NÚMERO DE PÁGINAS: 345

FORMATO: Rústica

FECHA DE PUBLICACIÓN: abril 2014

SINOPSIS:

Cuando Marian Taylor acepta un empleo de institutriz en el castillo de Gaze y llega a ese remoto lugar situado en medio de un paisaje terriblemente hermoso y desolado, no imagina que allí encontrará un mundo en que el misterio y lo sobrenatural parecen precipitar una atmósfera de catástrofe que envuelve la extraña mansión, y nimba con una luz de irrealidad las figuras del drama que en ella se está representando. Hannah, una criatura pura y fascinante, es el personaje principal de ese pequeño círculo de familiares y sirvientes que se mueven en torno a ella como guiados hacia un desenlace imprevisible. Pero Marian no puede saber si ese divino ser es en realidad una víctima inocente o si estará expiando algún antiguo crimen.

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Con un título tan sugerente y una autora totalmente desconocida para mí, era necesario leer la contraportada para hacerse una idea de la trama del libro.
El Unicornio es una novela peculiar, donde el misterio es el común denominador del argumento. Un misterio que envuelve todo lo que Iris escribe y afecta en buena medida a los personajes, a las escenas y al paisaje de la novela, creando una atmósfera casi de cuento de hadas.
Los cuentos de hadas son una base importante para entender , de algún modo, los acontecimientos pasados, presentes y futuros. Pero si le quitamos a esos mismos cuentos la imagen de felicidad que suelen desprender, se quedarán con una base de irrealidad, magia e incluso tenebrismo. 
La realidad esconde sus cartas y los personajes que nuestra protagonista, Marian, conoce son tan misteriosos que a primera vista es imposible de catalogarlos en el lado bueno o en el lado malo de nuestra historia... que acaba de empezar.
Una complejidad que se instala desde el comienzo y que, tanto nuestro personaje guía, la joven profesora Marian Taylor, como el caballero Effingham Cooper, serán los encargados de transmitirnos la historia desde sus dos diversos enfoques, aún no siendo ellos mismos los verdaderos protagonistas de la historia, pero nos servirán de ventana por donde observar la vida monótona en la que se sume los personajes de ese lúgubre castillo donde Marian irá a parar.
La señorita Taylor es una humilde profesora cuyo interés en cambiar radicalmente su vida le hace aceptar una oferta de empleo como institutriz en un castillo situado en el confín del mundo, o eso le parece a ella cuando descubre que el castillo de Gaze es en realidad una mansión situada en lo alto de un acantilado y perdida en medio de un inmenso páramo. La casa vecina está relativamente cerca, pero ambas se encuentran apartadas del pueblo más cercano por varios kilómetros de distancia.
Una distancia que se acentuará en el corazón de la joven conforme vayan transcurriendo diversos acontecimientos. Unos hechos que la harán sentirse desoládamente sola en medio de una gran y lujosa cárcel en forma de hogar.

Marian había leído sobre los grandes acantilados de arenisca negra (...) -Son maravillosos -reconoció Marian. Encontraba la vasta y oscura línea costera repelente y aterradora. Nunca había visto una tierra tan exenta de piedad hacia el hombre.

Marian se encontrará con la sorpresa de una alumna que no es una niña. La señora Hannah Crean-Smith, dueña de la lujosa mansión, será su alumna, aunque su dulzura y mansedumbre la convertirán muy pronto en algo más, una compañera y amiga a la que atender y con la que pasar el tiempo para darle la compañía y el cariño que tanto ve anhelar en sus ojos.
La señora Crean-Smith es delicada y hermosa, unas características que despiertan, tanto en el pasado como en el presente, el deseo de más de un hombre. Entre ellos, el de el señor Effingham Cooper, cuyas visitas esporádicas a casa de los vecinos siempre vienen acompañadas de escapadas a casa de Hannah. Unas escapadas donde nuestro "don Juan" le demuestra su fervoroso amor y deseo de huída de ambos para comenzar una nueva vida.
Y todo ello porque todos saben que la señora Hannah no es feliz, su vida sola y apartada de su marido, en continuo viaje ,la hacen desdichada. Una situación de reclusión, de tantos años en soledad y en la compañía de familiares que la custodian más que cuidarla y que tiene su razón de ser, pero Marian tendrá que ir descubriéndolo poco a poco.
Tanto Marian como Effingham caerán en la obsesión de recuperar a Hannah, pero sobre ella gira todo el misterio. Una dulzura natural que esconde un tormento interior, pero amagado por la resignación que se vislumbra en cada sorbo de su vaso de whisky, que siempre la acompaña.
Los familiares y amigos de Hannah que habitan en el castillo de Gaze y que Marian irá conociendo, son tan peculiares como la propia Hannah. Sus distintos cometidos, así como los misterios que esconden les hacen parecer unos personajes tan irreales como los que aparecen en los cuentos de hadas. Guardianes de la princesa encadenada con ataduras mágicas, no visibles al ojo humano pero existentes en forma de amargura.
Marian no es capaz de entender del todo esa extraña relación  de todos con Hannah pero sí siente, desde un principio, un fervoroso deseo de liberarla. Un deseo que aumenta con cada información que va obteniendo en el transcurso de los días, pero que va en contra de todo lo que en esa casa se espera de ella.

Sea lo que sea lo que opine usted sobre su estado de ánimo y su alma, aunque solo crea que le asusta el mundo exterior, o que vive bajo el influjo de la fantasía, o que está medio loca, no le hable de la libertad.

El panorama para Marian se complica a cada momento y la reclusión a la que es sometida Hannah, aún sin entender muy bien si por propia voluntad o por voluntad de sus guardianes, la deciden a actuar y a formar una extraña alianza con el señor Cooper.
El amor, más platónico que pasional, que Effingham dispensa a Hannah le conmoverán para actuar en conjunto con la joven profesora cuya llegada ha revolucionado a los habitantes de esas desoladas tierras.

-No entiendo -concluyó Effingham, desconsolado -Acabo de ofrecerte sacarte de aquí ¿vendrías?
-No, por supuesto que no. Y dentro de un momento te arrepentirás de habérmelo ofrecido, ya te arrepientes. No nos corresponde vivir este tipo de vida, vivir ese tipo de amor.

Un sinfín de historias truculentas entre los personajes saldrán a la luz esclareciendo la mágica realidad del pasado y el presente. Acontecimientos inesperados en un paisaje tan hermoso como aterrador se sucederán... Y Hannah seguirá siendo el centro de atención de la vida de cada uno de ellos. Un objetivo por el que vivir, ya sea por fines amorosos, lucrativos o familiares, todos ellos la necesitan tanto que su obsesión les hace perder la conciencia de la  misma realidad. Una realidad que se presenta demasiado cruel para enfrentarse a ella y, por ello, es mejor dejarse vencer por la irrealidad de ese cuento de hadas que se han formado y con el que viven en una monotonía parecida a la felicidad.

-Entre otras cosas, en cierto modo, no podemos evitar usarla como chivo expiatorio. En cierto modo, esa es su función y reconocerlo supone hacerle un honor. Ella es nuestra representación de la importancia del sufrimiento. Pero debemos verla también como algo real. Y eso nos hará sufrir también a nosotros.

Marian indagará en ese misterioso pasado que relaciona a cada uno de los perosnajes con Hannah, pero ella misma también acabará girando en torno a ella ya que su amor se hará lo suficientemente fuerte como para intentar romper las cadenas imaginarias que la unen a su hogar para liberarla al fin de esa cárcel de fantasía.

Sentía, por encima de todo, como un imperativo categórico, el deseo de liberar a Hannah, de acabar con lo mágico y espeluznante que la rodeaba, de dejar entrar aire fresco; aunque el resultado fuera un sufrimiento espantoso.

La intensidad de la historia nos llevará a un desenlace inesperado donde el concepto de libertad se mide de manera diferente en cada uno de los personajes. Ninguno de nosotros, de ellos, es del todo libre. La libertad que alcanzamos en nuestra vida es la que nos hace sentirnos bien y confortables, pero no se trata de una libertad absoluta en esencia.
Cuando mezclamos la obsesión de una libertad ideal con la magia y lo sobrenatural, aparece este cuento de hadas, donde los hechizos se pueden romper fácilmente y todo lo que nos rodea forma parte de un encantamiento, como si de un unicornio se tratara esperando su destino incierto.

Misteriosa, rocambolesca y enigmática. Una novela que, como bien dice Ignacio Echevarría en el prólogo, haría falta una segunda lectura para ligar captar toda la esencia que se encuentra entre sus páginas.
Desentrañar una obra tan compleja no ha sido tarea fácil y la sensación de discutir el trasfondo o trasfondos de la misma es grande cuando cierras el libro. El Unicornio es una novela de secretos y misterios inacabables... Tantos, como lecturas puedan hacerse de ella.


AUTORA

Dame Jean Iris Murdoch nació en Dublín, en Phibsborough, el 15 de julio de 1919. Su padre, Wills John Hughes Murdoch, provenía de una familia de granjeros presbiterianos de Hillhall, Condado de Down, Irlanda del Norte, y su madre, Irene Alice Richardson, quien fuera educada desde niña para ser cantante, provenía de una familia de clase media de Dublín, perteneciente a la Iglesia Anglicana de Irlanda. Cuando ella apenas tenía unas semanas de vida, los Murdoch se mudaron a Londres, donde el padre había obtenido un puesto en el ministerio de Sanidad. Iris Murdoch estudió en escuelas progresistas: primero en la Froebel Demonstration School, de Londres, y luego en la Badminton School, de Bristol. Con diecinueve años se matriculó en el Somerville College, de Oxford, donde estudió literatura clásica, historia antigua y filosofía. También estudió filosofía como posgraduada en el Newnham College de Cambridge, donde tuvo como maestro a Ludwig Wittgenstein. En 1948 empezó a trabajar como profesora en el St Anne´s College, de Oxford. Escribió su primera novela, Bajo la red (considerada por la revista Time como una de las mejores 100 novelas de la literatura inglesa del XX), en 1954, aunque antes había publicado ensayos sobre filosofía, incluyendo el primer estudio escrito en inglés sobre Jean-Paul Sartre. Dos años más tarde, en 1956, conoció al hombre con quien compartiría su vida, John Bayley, profesor de literatura inglesa y escritor. Su matrimonio duraría cuarenta y tres años, y Bayley la cuidó hasta sus últimos días. Iris Murdoch publicó veinticinco novelas más, entre las que cabe destacar El castillo de arena (1957), La campana (1958), La cabeza cortada (1961), El unicornio (1963), El sueño de Bruno (1969), El príncipe negro (1973, Premio James Tait Black Memorial), Henry y Cato (1976), El mar, el mar (1978, Premio Booker) y El caballero verde (1993). En 1995 comenzó a padecer los devastadores efectos del mal de Alzheimer, que al principio atribuyó a un mero "bloqueo de escritor". En 1997 fue galardonada con el Golden Pen Award por toda su carrera. Falleció a los 79 años, en 1999, y sus cenizas fueron esparcidas por el jardín crematorio de Oxford.



PUNTUACIÓN: 3/5