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lunes, 14 de noviembre de 2016

Alfred y Emily

TÍTULO: Alfred y Emily

AUTORA: Doris Lessing

EDITORIAL: Lumen

FORMATO: Cartoné

NÚMERO DE PÁGINAS: 320

FECHA DE PUBLICACIÓN: octubre de 2009

SINOPSIS:

La vida no es solo lo que tenemos entre manos, sino lo que hubiera podido ser, pero son pocos los grandes autores que pueden cambiar el pasado con éxito, utilizando la escritura como herramienta vital.

Doris Lessing ha querido rendir un homenaje a sus padres, imaginando qué hubiera sido de su vida si la Primera Guerra Mundial no hubiese truncado el porvenir de la joven pareja. El peso del conflicto fue como un castigo que planeó sobre la pequeña Doris desde su infancia y... "Aquí estoy, intentando escapar de esta monstruosa herencia, intentando ser libre", escribe la autora. Para conseguirlo, en la primera parte del libro Lessing inventa para sus padres una vida donde no hubiera existido la guerra, y en la segunda cuenta cómo fue su vida en realidad, primero en Inglaterra y luego en África, intercalando en las páginas del texto unas viejas fotos familiares.

Ficción y autobiografía a la vez, acertada amalgama de imaginación y recuerdos, la novela más reciente de esta gran narradora demuestra una vez más el talento de una mujer que, a sus noventa años, sabe escribir su propia vida como si de un cuento se tratara.

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Es un placer poder leer algo de esta gran autora, Premio Nobel de Literatura, y comenzar por el final, es decir, leyendo uno de los últimos libros que escribió a una edad avanzada aunque no por ello, menos bueno o interesante.

Alfred y Emily son dos libros en uno. Por un lado Doris Lessing nos sumerge en una historia ficticia. La historia de sus padres si la I Guerra Mundial no hubiera truncado sus sueños. La Gran Guerra afectó sus vidas para siempre, al igual que a millones de personas, tanto directa como indirectamente, pero ¿Qué hubiera pasado si esta guerra nunca hubiera sucedido? ¿Qué hubiera sido de estos dos ilusionados y prometedores jóvenes si la guerra no hubiera invadido de lleno sus vidas?



Podría haber conocido a Alfred Tayler y Emily McVeagh en la actualidad, tal como los he descrito, tal como podrían haber sido de no haber estallado la Gran Guerra. Espero que habrían aprobado las vidas que he imaginado para ellos.



De esta forma, Lessing nos ofrece una novela corta cuyos personajes son reales, pero cuyas historias personales han sido modificadas por la inigualable pluma de su hija.

En esta primera parte conoceremos la vida de Alfred y la de Emily por separado. Sus esperanzas y anhelos aderezados con aquellos datos reales que Doris pudo conocer en las conversaciones que de niña tuvo con ellos. Las historias y anécdotas que le fueron contando están entre estas páginas, pero con el toque creativo de una hija que quiso darles un futuro distinto, acorde con sus ilusiones, tal y como se hubieran merecido de no haber existido la Primera Guerra Mundial.



Una vez, estando en Banket, en Rodesia, vino a visitarnos una mujer danesa sin motivo aparente, que yo recuerde. Era alta, risueña y rubicunda, y hasta el día de hoy me veo de niña, sentada sobre su regazo y entre sus brazos, pensando: "Le gusto, le gusto más que a mi madre. Y a mi padre le gusta mucho ella". De esa tarde surgió Betsy, la esposa de Alfred: me encantó poder unir a mi padre con alguien cálido y amable.



Lessing nos hace un retrato de cada uno de ellos bastante realista y nada sentimentaloide. Como en la vida misma, tanto Alfred como Emily viven momentos duros y de pesar, pero con un común denominador: la fuerza e independencia para poder enfrentarse a una Inglaterra en auge, con ganas de cambiar y evolucionar.

La segunda parte del libro está formada por pequeños fragmentos de la vida de nuestra autora con sus padres. Una segmentada biografía en la que Lessing nos ofrece pequeños momentos de su vida en los que sus padres estaban presentes.

Es una forma de hacernos comprender aún mejor como era este matrimonio y hasta qué punto le afectó la Gran Guerra.


Alfred Tayler, hombre vigoroso y saludable, fue herido gravemente en la Primera Guerra Mundial, intentó vivir como si no fuera un inválido, pero la enfermedad pudo con él. Al final de una vida que acabaría demasiado pronto, decía suplicante: "a un perro enfermo se le libera del sufrimiento, ¿por qué a mí no?"


La cojera producida por la amputación de una pierna, el síndrome post traumático que le acompañó toda su vida  producido por lo que tuvo que ver, sentir y vivir en la guerra, así como una diabetes mal tratada, fueron las causas de que Alfred no pudiera vivir una existencia plena.

Pero Emily tampoco fue feliz una vez terminado su servicio de enfermera en esta cruel y devastadora guerra. 


Era enfermera. Había ejercido la profesión durante años en uno de los hospitales más importantes del mundo. Había cuidado heridos de una guerra mundial. En la actualidad es fácil comprender que se encontraba en un estado de terrible ansiedad: la invadía en pánico, miraba hacia el futuro y sentía que estaba atrapada, sin salida.


La guerra los unió, pero también los separó para siempre, creando una línea invisible entre ambos, un abismo de incomprensión que supieron sobrellevar juntos. Pero sus hijos, y en especial la observadora e inteligente Doris, fueron conscientes de ello, percibiendo los rastros que dejaba la tristeza en sus semblantes.

La relación con su madre siempre fue muy tormentosa y hasta pasados muchos años, nuestra autora no fue capaz de comprender qué se escondía detrás de esa neurótica mujer capaz de sacarla de quicio con sus comentarios y actitudes.

Y entre discusión y discusión había una madre. Una madre que siempre quiso lo mejor para sus hijos y les ofreció la mejor de las educaciones. Aquella que se podían permitir, a pesar de vivir en los confines de la civilización que siempre conocieron.


¡Qué maravillosa narradora era mi madre! También nos leía cuentos de autores conocidos, y eran historias maravillosas, pero nada comparable a las inventadas por ella.


Las heridas de guerra no siempre aparecen visibles. Hay otro tipo de heridas, más profundas y más dañinas, que se esconden en el interior de las personas. Personas como Alfred y Emily, seres ajenos a una guerra que les cambió para siempre.


Me costó mucho tiempo darme cuenta de ello, mi madre no tenía cicatrices visibles, ni heridas, pero esa tan víctima de la guerra como mi pobre padre.


Lessing nos abre sus recuerdos, tanto en texto como en antiguas fotografías de su pasado que acompañan este libro, para darnos a conocer a dos de las personas más influyentes en su vida y, así, también nos hace conocedores y partícipes no solo de su biografía, sino de las atrocidades que una Gran Guerra puede hacer en las personas que tienen la mala suerte de vivirla en primera persona.

Víctimas que, aunque no acabaron en las trincheras, también sufrieron enormemente esos momentos, cambiándolos para siempre y viendo como sus seres queridos también cambiaban, dejando de ser esos jóvenes que un día tuvieron la ilusión por conocer, descubrir y hacer de este, un mundo mejor.


Esa guerra, la Gran Guerra, la guerra que acabaría con todas las guerras, se instaló en mi niñez. Para mí, las trincheras estaban tan presentes como cualquier otra realidad visible. Y aquí sigo, intentando descargarme del peso de ese monstruoso legado, intentando liberarme de él.



AUTORA

Doris Lessing, hija de padres ingleses, nació en Persia (ahora Irán) en 1919 y a la edad de cinco años se trasladó con su familia a Zimbabwe. Volvió a Inglaterra en 1949 llevando bajo el brazo el manuscrito de Canta la hierba, su primera novela, que se publicó al año siguiente con gran éxito de crítica y público. Desde entonces Lessing siempre ha residido en Londres y su presencia en el panorama literario europeo ha sido constante. Son numerosos los galardones que le han sido otorgados, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias en 2001 y el Premio Nobel de Literatura en 2007.

Autora prolífica, a menudo conflictiva en sus planteamientos y genial narradora, de entre todos sus libros le gusta destacar El cuaderno dorado (1962), Memorias de una superviviente (1974), La buena terrorista (1985), El quinto hijo (1988), De nuevo, el amor (1996) y sus recopilaciones de cuentos. Acompañan su obra narrativa tres volúmenes de talante autobiográfico, entre los que se encuentra Made in England, y varios libros de ensayo. 


PUNTUACIÓN: 4,5/5

viernes, 4 de noviembre de 2016

Lugares que no quiero compartir con nadie

TÍTULO: Lugares que no quiero compartir con nadie

AUTORA: Elvira Lindo

EDITORIAL: Seix Barral

FORMATO: Rústica

NÚMERO DE PÁGINAS: 237

FECHA DE PUBLICACIÓN: noviembre 2011

SINOPSIS:

Elvira Lindo recoge en estas páginas aquellos lugares de Nueva York que tienen algo especial, escenarios que evocan situaciones personales o que pertenecen a nuestro imaginario colectivo. A partir de una conversación con un desconocido en el barrio de Queens, Elvira Lindo se retrata a sí misma a medida que descubre rincones de Nueva York en las calles por las que un día caminaron Salinger, Lorca o Louis Amstrong. Al hacerlo, nos revela la esencia de algunos lugares que existen todavía y otros que permanecen en el corazón.

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Lugares que no quiero compartir con nadie es un libro difícil de definir. No se trata de una novela, ni de una biografía. Se trata, más bien, de una crónica especial y diferente, personal e íntima.
Una vida, la de la escritora Elvira Lindo, en un período muy concreto en el que tiene que habitar en la cosmopolita ciudad de Nueva York.

Lindo nos muestra pequeños retazos de esa vida recogidos en los seis meses que, durante el año, tiene que vivir en la Gran Manzana. Un libro lleno de lugares con encanto, personas con la que se cruza de manera esporádica y otras que representan verdaderas amistades. Momentos y anécdotas capaces de hacernos sonreír, asombrarnos o despertarnos esa sana curiosidad.

Elvira Lindo se convierte en esa persona. Una amiga que nos abre su casa y su corazón para hacernos partícipe de todas sus inquietudes, temores y esperanzas. Todo ello con Mahattan como telón de fondo. Un escenario de película para una historia o, mejor dicho, un conjunto de historias especiales que son tan únicas como el paisaje que las envuelve.

Pero no solo Manhattan será el escenario de nuestra autora. Los barrios periféricos y que poseen un encanto especial, también son parte de esta historia y, por tanto, de la vida de Elvira.


Mi conocimiento de Queens es nulo pero eso no me convierte en extranjera, al contrario, lo que caracteriza a un irreductible habitante de Manhattan es que mueve muy pocas veces el culo para salir de la isla.


La vida diaria de Lindo en Nueva York no siempre es de color de rosas. Los malos momentos generados por la ansiedad de sentirse útil, de formar parte de una sociedad que es totalmente diferente a España. A veces abrumadamente amables y cálida y otras muchas, distantes, fríos e irracionalmente exigentes con los demás.

Una aclimatación que ella misma nos contará y que no será un camino sencillo de superar.


No, no echo de menos esa relativa notoriedad que da ser una escritora conocida en mi país. Y disfruto de esos momentos mágicos en el que un dependiente, o un camarero me reconocen porque me han visto varias veces. Me gusta ese prosaico prestigio de clienta habitual.


Con estas pequeñas confesiones ya podemos vislumbrar que se trata de una obra muy íntima y personas. Algo a lo que esta escritora está acostumbrada a realizar en sus escritos. Mostrar pequeños momentos de su vida en las crónicas de periódicos de tirada nacional es algo habitual para sus incondicionales lectores. Pero en este caso se trata de algo más. Profundizaremos en su interior y, nos podrá caer mejor o peor, pero parte de ese interior se encuentra entre esas líneas y ella misma es consciente de ello.


Estas páginas, por ejemplo, caerán en manos de esos lectores caprichosos a los que de vez en cuando les gusta leer aventuras escritas a vuela pluma, sin principio ni fin, como la vida misma, pero he de confesar que el secreto de esta crónica es que está escrita por mí, para esa persona que yo seré en un futuro; escribo con la voluntad de atrapar algo de este presente que según escribo ya se me va escapando de las manos.



A partir d aquí veremos una sucesión de lugares, sitios, momentos y de la sociedad neoyorquina que convive con ella. Andar, patear y moverse., no solo por tu barrio, sino por toda la ciudad, manzana tras manzana, avenida tras avenida... Manhattan nunca se llega a conocer del todo, pero si tuviéramos una oportunidad de conocer parte del encanto que posee, solo lo podríamos conseguir mediante el constante deambular. 

Pasear sin rumbo ni dirección, con la pasión que Elvira Lindo le otorga, sin descanso y sin parar de disfrutar de lo que le rodea. Así consigue descubrir esos lugares importantes, únicos y especiales y a esas personas , los habitantes que pueblan construyen y generan esta hermosa y bulliciosa urbe.


Ahora que vivo en el oeste puede entender la manera tan singular en la que los barrios de esta ciudad dividen su personalidad según el sol incide sobre ellos.


Con un tono irónico y algo cómico en determinados momentos, la sociedad de Nueva York aparecen ante nuestros ojos con muchos estereotipos que ya conocemos y con otras cualidades que nos sorprenderán y cautivarán a partes iguales.

Si tuviéramos que decir qué lugares le gustan a nuestra autora, no hay más que leer estas páginas para darse cuenta de la predilección que tiene por todo aquel establecimiento culinario, ya sea repostería, Deli o restaurante pomposo. De todos aquellos de los que nos ofrece detalles, podemos encontrar alguna peculiaridad que los hace especiales para ella.

Algunos de estos lugares son conocidos y otros hay que "escarbar" para poder encontrarlos. Algunos son espacios irreductibles al paso de los años y otros han tenido que cerrar sus puertas con el dolor en el corazón de todas aquellas personas que, como nuestra autora, pudieron disfrutar allí de momentos especiales.

Algunos ejemplos de estos sitios son:

La pastelería Corrado Bakery. En cuanto hace un poco de sol unas mesitas con sillas de forjado antiguo abrazan la esquina y a uno le parece de pronto que está en el centro de una ciudad de provincias.
El café Regio. Que se jacta de haber iniciado a los neoyorquinos en el arte del cappuccino.
El Gari y el Kari. Son los japoneses más delicados que conozco.


Bollerías, cafés y restaurantes donde comer una deliciosa hamburguesa o deleitarse con una espléndida comida sureña. Pero además, esos lugares que nuestra autora nunca compartiría con nadie, son también jardines escondidos en las alturas o preciosos parques por donde pasear, la rivera del río Hudson e incluso museos con una historia tanto "natural" como literaria.

Una larga lista que Lindo generosamente nos ofrece al final del libro y donde aparecen, con todos los datos necesarios, todos esos lugares especiales que sí acaba compartiendo. Comparte no solo una dirección, sino una vivencia, una anécdota curiosa, sencilla o extraordinariamente importante y que vive con aquellas personas que la rodean, ya sea de manera esporádica o con aquellos a los que quiere, su familia y amigos más cercanos.

Dividida en capítulos que recogen varios de esos lugares para "no compartir", el libro también va enriquecido con imágenes. Dibujos que dan vida a escenas que Elvira nos cuenta y reflejan esos instantes cotidianos de manera realista y personal.

No nos vamos a encontrar una guía turística para sibaritas, ni una novela con carga dramática. Es una mezcla de ambas sin ser  ninguna de ellas a la vez. Elvira Lindo y Nueva York o viceversa. Un dúo, a veces enfrentado y otras querido. Un amor a lo que nos cuesta aferrarnos pero que, con el tiempo, somos incapaces de desprendernos de ello.


Hablo de una ciudad que ya es la mía, por la que a diario camino hasta romper a veces las suelas de los zapatos.


AUTORA:

Nació en Cádiz en 1962. Comenzó estudios de periodismo, pero los abandonó al comenzar a trabajar en la radio con sólo diecinueve años. Hizo labores de guionista, locutora, comentarista y presentó varios programas en RNE, tareas que repitió en la SER y en la televisión. Es en estos guiones donde surgió el personaje de Manolito Gafotas, que desde la publicación del primer libro de la serie, en 1994, goza de un éxito enorme. Elvira Lindo ha publicado también las novelas El otro barrio (1998), Algo más inesperado que la muerte (2003), adaptada a los escenarios, y Lo que me queda por vivir (2010), la obra de teatro La ley de la selva (1996), y sus crónicas de El País en Tinto de Verano (2001), El mundo es un pañuelo (2001), Otro verano contigo (2002) y Don de gentes (2011). En 1998 fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil y en 2005 recibió el premio Biblioteca Breve por la novela Una palabra tuya, llevada al cine con gran éxito por Ángeles González-Sinde. También ha escrito numerosos guiones cinematográficos, como La primera noche de mi vida, que cosechó varios premios en festivales nacionales e internacionales.

PUNTUACIÓN: 2,5/5