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jueves, 18 de febrero de 2016

La tienda de antigüedades

TÍTULO: La tienda de antigüedades

AUTOR: Charles Dickens

EDITORIAL: Nocturna Ediciones

NÚMERO DE PÁGINAS: 782

FORMATO: Rústica

FECHA DE PUBLICACIÓN: marzo de 2011

SINOPSIS:

La pequeña Nell Trent es huérfana y vive con su abuelo en la tienda de antigüedades que este regenta. Marcados por la pobreza, ambos intentan salir adelante... hasta que el abuelo recurre al malvado prestamista Daniel Quilp, un enano deforme y jorobado.

A partir del momento en que Quilp entra en escena, Nell y su abuelo emprenden un viaje a través de Inglaterra. Recorren pueblecitos, ciudades ennegrecidas por el hollín, lugares llenos de miseria. Y en su peregrinaje, en la más pura tradición cervantina, alternan con una variopinta galería de personajes: feriantes, carboneros que leen el fuego, maestros domadores de perros, dueñas de museos ambulantes, dandis con un sentimiento trágico de la vida y ponis obstinados.

Publicada por entregas entre 1840 y 1841, "La tienda de antigüedades" es una de las obras de Dickens más desconocidas en España y, pese a ello, de las que más fama dieron al autor. Tras la publicación del último capítulo, los lectores estadounidenses irrumpieron en los muelles de Nueva York para pedir noticias acerca del final a los marineros que volvían de Inglaterra. Recientemente, periódicos estadounidenses compararon la excitación popular ante la publicación del último tomo de "Harry Potter" con la de "La tienda de antigüedades".

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Siempre es un placer leer a Dickens. Sus obras son un ejemplo de buena literatura clásica y todos deberían, en algún momento, leer alguna de sus obras. Luego puede suceder que te enamores al leerla y no puedas abandonar ninguno de sus títulos.

En mi caso, todo comenzó con un clásico para niños de David Copperfield y, aunque todavía me quedan grandes obras de este autor por leer, creo que acabo de encontrarme con una tan olvidada como maravillosa y que gracias a Nocturna Ediciones, he podido disfrutar de lo lindo con ella,  La tienda de antigüedades.

La obra tiene un comienzo curioso ya que el propio Dickens se hace protagonista de su novela y nos muestra, en primera persona, a los que serán sus personajes fundamentales. Un curioso comienzo que le da, si cabe, mayor realismo a la trama de la novela y la enmarca dentro de ese Londres frío y desapacible donde los seres humanos convergen por calles  angostas y húmedas para llegar a un destino incierto y misterioso.

Nuestro autor, como un peregrino más por estos laberintos, sale a contemplar la nocturnidad londinenses para acabar en una tienda de antigüedades donde dos figuras antagónicas, un viejo en los albores de la senectud y una niña en el esplendor de la belleza lozana, viven o malviven con gran esfuerzo pero sin perder un ápice del amor que se procesan y que encoge el corazón de cualquiera que los conoce.


Pero ya entrando en sueños, toda la noche me asaltaron los mismos pensamientos, y las mismas imágenes tomaron posesión de mi cerebro. Una y otra vez tenía delante de mí las estancias oscuras y tenebrosas; las adustas armaduras con su fantasmal y mudo aspecto; las caras retorcidas, que reían desde la madera o la piedra; el polvo, el orín y el gusano que vive en la madera, y... sola, en medio de tantos muebles viejos, de tanta fea vetustez, la hermosa joven durmiendo apaciblemente, sonriendo en medio de sueños ligeros y radiantes.

Esa hermosa joven se llama Nell y, junto a su abuelo, comenzarán un peregrinaje movidos, por una parte, por las malas artes del malvado usurero Daniel Quilp que los dejará en la mayor de las ruinas y, por otra, por una enorme ilusión por encontrar un mundo mejor, alejados de los sinsabores de la gran ciudad y en busca de esa tranquilidad y sosiego que necesitan porque nuestra Nell desea, más que nada en este mundo, conseguir que su abuelo sea feliz y todo su empeño, en su corta e inexperta vida, se centra en ese amor incondicional que la llevará hasta los límites más insospechados.

Pues lo que había hecho que Nell rompiera a llorar no eran los días monótonos privados de compañía alegre o agradable; no eran las oscuras y sombrías tardes ni las largas y solitarias noches; no era la ausencia de los sencillos placeres que hacen palpitar un corazón joven ni no conocer de la infancia más que la debilidad y la viva sensibilidad. Ver al anciano agobiado por algún pesar oculto, observar su estado de agitación constante, abrigar a veces el horrible temor de que pudiera perder el juicio (y detectar en sus palabras o miradas el inicio de una triste locura); vigilar, esperar y escuchar la confirmación de estas cosas día tras día, y sentir y conocer que, ocurriera lo que ocurriera, los dos estaban solos en el mundo sin nadie que les ayudara, aconsejara o cuidara...


Entre las calles de esa lúgubre ciudad, dejarán al joven Kit, un pobre chaval, cuya honradez y bondad le harán no perder la esperanza en encontrar, algún día, a sus amos que con tanto cariño cuidó. Las vicisitudes de este joven serán una trama paralela que el lector descubrirá entre las páginas del libro y que no estarán exentas de momentos, tanto de gran alegría como del mayor de los pesares.

En este primer vislumbre de la trama y como algo natural en las novelas de Dickens, el alma humana muestra todos sus caracteres. Desde la bondad más absoluta encarnada por la hermosa Nell, hasta la villanía más traicionera y maligna, que encontramos en la figura de Quilp. Entre esos dos personajes, encontramos un gran abanico de almas: desde la del inocente borracho, hasta la de los avariciosos abogados; desde almas de gran corazón, como el maestro de escuela, hasta la astucia de los truhanes titiriteros. Todos ellos se cruzan en el camino de nuestros queridos protagonistas para ejercer su influencia y encaminarlos hacia el mal o el buen camino en su largo periplo.

Esas personas con las que Nell y su abuelo se encontrarán, servirán de pequeñas migajas que, como en el cuento de Hansel y Gretel, guiarán los pasos de un misterioso hombre que no ha parado de buscar a nuestros peregrinos desde que llegó a Londres.

La belleza de la joven será un instrumento de supervivencia para los dos, trabajando como vendedora de guirnaldas, mendigando un poco de pan e incluso presentando un museo ambulante en el que vivirán una temporada gracias a la señora Jarley.

La belleza de la niña, unida a su gentil y delicado porte, produjo una gran sensación en aquella ciudad de provincias (...) Los adultos empezaron a interesarse por aquella joven de ojos brillantes, y algunos mozos se enamoraron perdidamente y, cuando salía del museo de cera, le lanzaban a los pies envoltorios llenos de nueces y manzanas con una nota redactada en perfecta caligrafía.

El sorprendente magnetismo que desprende Nell, la hacen más valiosa ante nuestros ojos lectores y le otorga un halo de luz sincera que conmoverá a todas y cada una de las personas que se crucen en su camino. Es por ello que nos duele y atormenta cuando ella misma es consiente de las debilidades del ser humano, reflejadas en el ser más querido y amado. Su abuelo, sin desvelar más que un poco de su débil carácter, se encuentra corrompido por un tipo de enfermad que lo hace más peligroso y vulnerable si cabe y será un duro reto añadido, al que nuestra joven heroína tendrá que enfrentarse.

¿Cuándo acabará su viaje? ¿Hasta donde llegarán? Esas son preguntas que el lector tendrá que encontrar entre las páginas del libro. Pero Dickens nos muestra, además, una historia paralela a este peregrinaje. El joven Kit, antes nombrado, y ese misterioso señor que busca a nuestros protagonistas se encontrarán en Londres y vivirán también dificultades provocadas por otros señores de dudosa moral que, mirando sus propios y mezquinos intereses, pondrán todas las trabas posibles para conseguir sus propósitos haciendo daño, de manera cruel e intencionada, a los demás. Aunque los nobles fines que mueven a Kit y el desconocido serán lo suficientemente fuertes como para enfrentarse a todas las dificultades.

El hecho es, caballeros, que me encuentro en una situación muy dolorosa y completamente inesperada. Vine a esta ciudad con la alegre esperanza de no encontrar ningún obstáculo ni dificultad en el logro de mi propósito pero he aquí que me veo obstaculizado y detenido por un misterio que no puedo desentrañar.

En esta lista de malechores se encuentra el grotesco Quilp. Su fealdad física es semejante a su interior, pero será la persuasión sobre aquellas personas de carácter  débil, su mejor arma para conseguir los fines más deplorables. 

Cuando el campo se convierte en ciudad, nuestros peregrinos se ven envueltos en una indigencia no buscada y encontrarán la mayor de las miserias. La pobre Nell, siempre al cuidado de su abuelo, tendrá que llegar a sus límites para conseguir sobrevivir a costa de sus mermadas fuerzas.

¡Por qué habrían ido a aquella ciudad ruidosa cuando había en el campo lugares tranquilos en los que sobrellevar el hambre y la sed con menos sufrimiento! En aquella ciudad no eran más que átomos en medio de un montón de miserias, cuya visión no hacía sino aumentar aún más su desvalimiento y congoja.

El campo versus ciudad, la bondad versus la maldad, la juventud y belleza versus la vejez y fealdad y la vida versus la muerte. Dickens nos muestra estos contrastes a lo largo de todo el libro. Y como lo bueno y lo bello, encarnado en la figura de Nell acaba superando todo lo malo. Así llegarán a un destino apacible donde podrán descansar con la ayuda de aquellas personas que, con buen corazón, les ayudarán a olvidar todas las penalidades pasadas.

Esta niña ha lucha heróicamente contra todas las dudas y todos los peligros, contra la pobreza y el sufrimiento, sostenida solamente por un fuerte afecto y por la conciencia de la rectitud. Sí, el mundo está lleno de estos heroísmos. Yo tengo aún que aprender que las pruebas más duras y mejor sobrellevadas son aquellas que nunca son narradas en ningún libro, pero que se padecen a diario. ¡Cómo no asombrarme ante la historia de esta niña!.


Todos acabamos asombrados por la historia de Nell, su fuerza de voluntad y su amor incondicional hacia su viejo abuelo. Todos nos sentimos identificados con nuestros personajes cuando son víctimas de las injusticias y cuando viven tremendas alegrías. Eso hace Dickens en La tienda de antigüedades, demostrarnos que, una vez más, el alma humana sale vencedora y triunfa por encima de las penalidades a las que nos vemos sometidos.

Una obra densa en contenido pero fácil de leer gracias a un lenguaje cercano y sencillo. Dickens lo vuelve a hacer, y solo nos queda quitarnos el sombrero e inclinar nuestra cabeza ante su poder narrador. 


AUTOR

Charles Dickens nació en Portsmouth en 1812. Tras una dura infancia marcada por la pobreza, lo que a los doce años le llevó a trabajar en una fábrica de betún para zapatos, en 1827 comenzó a ejercer de pasante en un bufete de abogados. Siete años después, el Morning Chronicle lo contrató como periodista político. Estas dos experiencias le servirían para, en 1836, publicar sus dos primeros libros: Esbozos (con el pseudónimo de Boz), una recopilación de artículos, y la novela Los papeles póstumos del club Pickwick. Ese mismo año contrajo matrimonio con Catherine T. Hogarth y se convirtió en editor de la revista literaria Bentley´s Miscellany hasta 1939.

En 1842 publicó Notas de América, sonde defendía la abolición de la esclavitud. Murió en 1870 de un ataque de apoplejía. En su funeral se distribuyó un epitafio impreso que rezaba: "(...) fue un simpatizante del pobre, del miserable y del oprimido; y, con su muerte, el mundo ha perdido a uno de los más grandes escritores ingleses".

Algunas de sus obras son Oliver Twist (1837-1839), Cuentos de Navidad (1843), David Copperfield (1849-1850), Historia de dos ciudades (1859) y Grandes esperanzas (1860-1861).



PUNTUACIÓN: 3/5