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miércoles, 28 de junio de 2017

La hoguera de las vanidades

TÍTULO: La hoguera de las vanidades

AUTOR: Tom Wolfe

EDITORIAL: Anagrama

FORMATO: Rústica

NÚMERO DE PÁGINAS: 636

FECHA DE PUBLICACIÓN: septiembre de 1988

SINOPSIS:

Tom Wolfe debutó triunfalmente como novelista con "La hoguera de las vanidades", que fue calificada como la novela de Nueva York.
El protagonista es un yuppie, un asesor financiero que se ha convertido en la estrella de una firma de brokers, pero que se ve inmerso en rocambolescas dificultades jurídicas, matrimoniales e incluso económicas a partir de la noche en que se pierde por las calles del Bronx cuando llevaba a su amante del aeropuerto Kennedy a su nido de amor.
A partir de esta peripecia, Tom Wolfe va hilando una compleja trama que le permite presentar el mundo de las altas finanzas, los restaurantes de moda y las exclusivas parties de Park Avenue, así como el submundo picaresco de la policía y los tribunales del Bronx, y también el mafioso universo de Harlem y las nuevas sectas religiosas. Un hilarante e irrepetible fresco, diseccionado con desenvuelta crueldad y acerada ironía por un Tom Wolfe en plenitud de facultades.
El personaje central resulta ser finalmente la gran capital del mundo de este final de siglo: Nueva York, con todos sus esplendores y todas sus miserias, retratada en la prosa de tecnicolor, vistavisión y sensorround que es la marca de fábrica de ese maestro de periodistas y, como demuestra aquí, personalísimo y magistral novelista que es Tom Wolfe.

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Conforme leía La hoguera de las vanidades, me daba cuenta de las características tan definidas del estilo de Tom Wolfe ya que me recordaba al anterior libro que leí de él, Todo un hombre. Personajes atormentados por sus propios miedos, la sociedad de clases como eje que envuelve todo y el afán de hacernos ver lo peor y lo mejor de las personas en situaciones límites.

Tenía muchas ganas de leer esta novela por la fama que tenía, además hay una adaptación cinematográfica aunque no refleja la calidad del libro, parodiando demasiado a los personajes de Wolfe y quitándole el dramatismo que hace de esta novela algo especial y única.

Esta gran hoguera que nos muestra Wolfe se encuentra en el Nueva York de los años ochenta donde la delincuencia y la diferencia de clases se hacen latente según el barrio en el que vivas, de dónde provengas o cuáles han sido tus antepasados.


¡Cuántos millones de personas de todo el mundo anhelaban ir a esa isla, entrar en esos rascacielos, caminar por esas calles tan estrechas! Allí estaba la ciudad que en el siglo XX desempeñaba la función de la antigua Roma, de París, de Londres, la ciudad de la ambición. La densa roca magnética, el destino irresistible de todos cuantos estaban empeñados en vivir en "el lugar donde ocurría todo..."


En esta convulsa, racial y egoísta Nueva York, Wolfe nos va presentando diferentes personajes que no tienen nada en común pero cuyos caminos están destinados a cruzarse. Entre ellos destaca Sherman McCoy, el Amo del Universo. Un broker de Wall Street enriquecido con la venta de bonos cuya vida se ve inesperadamente arruinada por un desafortunado suceso que no llegó a aclararse.



Le envolvían los gritos, los propietarios, las muecas y ademanes, todo el jodido jaleo del miedo y la codicia, y lo disfrutó. Era el mejor vendedor de bonos, el número uno, "el principal productor", como se decía en la jerga del oficio, en la sala de compraventas de bonos que Pierce & Pierce tenía en el piso cincuenta del edificio, y adoraba aquella tormenta permanente.


Sherman pertenece a esa élite de Nueva York, aquellos cuyas familias  se crearon en su momento un nombre y su prestigio es heredado por las generaciones siguientes, como McCoy. Esa generación nació para conservar el status que heredaron y cuyo dinero solo les sirve como moneda de cambio de la ostentación y el lujo que los clasifica y, lamentablemente, también los cosifica.

Pero este Amo del Universo no se conforma con una vida lujosamente placentera al lado de su estirada esposa y su angelical hija. Necesita la acción que representa María, una joven y sexy millonaria con la que se reúne en secreto para dar rienda suelta a sus instintos más básicos.

Este pequeño affaire será su ruina, pero gracias a él,  conseguirá ese toque picante que necesita para salir de su soporífera rutina diaria.


¿Quién podría permanecer monógamo bajo los efectos de esta, esta, esta auténtica "marea" de concupiscencia que estaba barriendo el mundo? ¡Santo Dios! No se le podía exigir a un Amo del Universo que se comportara como un santo, al fin y al cabo... Era inevitable.


Un viaje en coche con su amante desde el aeropuerto hasta su nidito de amor. Un extravío por las peligrosas calles del Bronx. Un encuentro desafortunado con dos jóvenes de color cuyas intenciones nunca llegan a estar del todo claras y un choque mortal que le cuesta el coma a una de ellos.

Todos estos hechos y la falta de responsabilidad que asume su amante, que conducía su coche, harán que Sherman entre en un estado de absoluta paranoia y no actúe como su conciencia le dictamina desde un principio. 

La falta de auxilio en un accidente provocado intencionadamente es un delito grave y Sherman vive desde entonces con el miedo y la inquietud de quien se siente culpable.

Este fatídico suceso se convertirá en el próximo caso del ayudante de fiscal del Brox, Larry Kramer.  Un hombre de clase media que durante toda su vida ha visto como sus ambiciones se ven mermadas por sus propias inseguridades y esa frustración que le acompaña en el día a día le convierten en el fiel reflejo de la mediocridad.  Una vida mediocre, un trabajo mediocre y en el sitio más mediocre de Nueva York, los juzgados del Bronx.


Ningún funcionario de esa oficina salía a comer al aire libre en el parque los días soleados de mayo, ni siquiera alguien capaz como él de levantar veinticinco veces seguidas unas pesas de ocho kilos. Comer fuera era algo que no hacían ni siquiera los guardias del juzgado, hombres uniformados que llevaban una 38 con permiso de armas. Todo el mundo se quedaba siempre en el interior del edificio, en esta isla-fortaleza del Poder, de los blancos, como él mismo, en este Gibraltar perdido en mitad del pobre y triste mar de los Sargazos en que se había convertido el Bronx.


Y es que las diferencias raciales son muy importantes en esta novela. Los blancos generan un odio radical en esa zona de Nueva York porque miran con condescendencia a los negros. Se creen con ese poder que les da el nacer con la piel blanca. McCoy se convertirá en la presa perfecta para este juzgado ya que el color de su piel será el detonante para poder hablar del racismo de los ricos blancos hacia los pobres negros. Un eslogan con el que pronto se enarbolarán los políticos para conseguir un puñado de votos, cueste lo que cueste.

La justicia destaca por su ausencia a lo largo de las páginas de este libro, ya sea hablando de los partícipes en este rocambolesco caso, como de aquellos que la deberían respetar más que nadie. Pero ninguno está libre de pecado en esta hoguera de ambición y codicia.

Solo nos falta un poder, el más importante, ya que se utilizará, como toda la vida, como herramienta para conseguir los fines de todo aquel que puedan controlarlo. Hablamos de la prensa y de un personaje cuya triste y patética vida se verá transformada gracias al caso McCoy.

Peter Fallow es un ser de baja categoría social, de la que desciende un escalafón por el simple hecho de ser inglés y cuyos vicios alcohólicos y su vida disoluta le hacen merecedor de todos aquellos adjetivos des-calificativos que le presentan ante la sociedad.

El caprichoso azar hará que caiga en sus manos la información de este caso y dejándose llevar por los tejemanejes políticos, Fallow será el que saque a la luz  en su periódico sensacionalista, el Citylight, todo el suceso McCoy, ganado el prestigio perdido por muchos años de mala praxis y poca conciencia de sus límites morales y convirtiéndose así en el hombre del momento.


Algunos días él mismo redactaba los titulares. Era posible que ese "Le arranca el cuero cabelludo" fuera suyo, aunque Fallow creyó más bien detectar el inconfundible estilo del director, un proletario de Liverpool que se llamaba Brian Higbridge. De todos modos, Steiner jamás había triunfado en la buena sociedad. Esto era en buena parte consecuencia de su carácter, pero también debía haber influido las tendencias antijudías, que estaban lejos de haber desaparecido. En todo caso, Steiner aguardaba con placer la posibilidad de que Peter Fallow se las arreglase para preparar una magnífica y crepitante hoguera en la que quemar a todos aquellos pseudoaristócratas que le menospreciaban.



La noticia hace que nuestros personajes comiencen a moverse, entrelazando sus vidas por el mero azar que ha conseguido juntar a seres tan dispares por medio de unos acontecimientos que claramente están siendo manipulados por todos en su propio beneficio. De esa forma, todos acaban siendo títeres de una fuerza superior que los va manejando a su antojo, sobre todo nuestro protagonista, Sherman McCoy, que verá su vida desde otro punto de vista. Lo que antes era lujo, glamour y riqueza, ahora es un esperpento de seres pomposos y llenos de vanidad.


A través de esa puerta entraron en el grandioso vestíbulo principal con escalinata. ¡Cuántas voces! ¡Cuánta diversión! ¡Cuántas risas! Sherman estaba enfrentándose al hundimiento de su carrera, a la inminente catástrofe matrimonial, al estrechamiento del cerco policiaco... Y sin embargo, la colmena... La colmena... ¡La colmena! Las hondas sonoras de la colmena hicieron que vibrase todo su cuerpo. ¡Rostros resplandecientes de sonrisas,  destellos, dentaduras brillantes! ¡Qué fabulosamente afortunados somos, nosotros, los poquísimos que tenemos acceso a estas salas de las alturas, nosotros y nuestra radiante y sonrosada piel.



El circo de las vanidades, la guerra de razas, religiones y poder, sobre todo poder. Poder para convertir un accidente en el nuevo paradigma social, apoyado por los medios que se dejan influir por aquellos que desean obtener más votos.

Manipulación, mentira e hipocresía dejan a la decencia escondida en lo más recóndito de cada uno de estos personajes y Wolfe sabe reflejarlo de manera extraordinaria, sumergiéndonos en esta hoguera de vanidades sin escrúpulos ni empatía alguna.  Allí veremos lo peor de nosotros y seremos un poco más conscientes que la majestuosidad esconde entre sus faldas mucha sordidez.


AUTOR

Tom Wolfe, nacido en Richmond (Virginia) se reveló en los años 60 como genial reportero y agudísimo cronista. Fue el impulsor y teórico del llamado "Nuevo Periodismo" al que definió como el género literario más vivo de la época. Destacan sus libros La izquierda Exquisita, La banda de la casa de la bomba, Los años del desmadre, El Nuevo Periodismo, Lo que hay que tener, La palabra pintada, ¿Quién teme al Bauhaus feroz?, Las Décadas Púrpuras, Elegidos para la gloria, en nuestro tiempo, La hoguera de las vanidades y Ponche de ácido lisérgico.


PUNTUACIÓN: 4/5