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jueves, 11 de junio de 2015

Siempre Alice

TÍTULO: Siempre Alice

AUTORA:  Lisa Genova

EDITORIAL: Ediciones B

NÚMERO DE PÁGINAS:  325

FORMATO: Rústica

FECHA DE PUBLICACIÓN: abril 2009

SINOPSIS:


¿Qué pasaría si todos tus recuerdos desaparecieran de tu mente y no tuvieras más opción que seguir adelante, incapaz de impedirlo?
Alice Howland está orgullosa de la vida que tanto esfuerzo le ha costado construir. A los cincuenta, es profesora de psicología cognitiva en Harvard y una experta lingüista de fama mundial, con un marido exitoso y tres hijos adultos. Cuando empieza a sentirse desorientada y olvidadiza, un trágico diagnóstico cambia su vida, al tiempo que la relación con su familia y con el mundo, para siempre.
Bella y aterradora a la vez, esta extraordinaria novela es un retrato vívido y emotivo de la irrupción precoz del Alzheimer. Una conmovedora historia de lo que Alice piensa y siente al comprobar cómo deja de ser la persona que era y cómo no sólo pierde su identidad sino todo lo que conformaba su vida.
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La historia de Alice conmueve, te llena por dentro y te vacía por completo en solo un instante, removiéndote todos los sentimientos y dejándote una sensación de fragilidad pasmosa. Así se podría resumir en pocas palabras lo que la lectura de Siempre Alice me produjo cuando acabé cerrando el libro.
Su descubrimiento vino a raíz de la película protagonizada por Julianne Moore, una actriz con unos rasgos llamativos y una expresividad increíble que la hacen actuar de manera ejemplar, tanto en los papeles más dramáticos como en los más hilarantes. 
Sabía que la película estaba basada en una novela y le pregunté sobre ella a la mejor librera que conozco, mi madre, y entre las baldas de las estanterías de su gran biblioteca encontró, sin mucho buscar, un ejemplar que poseía de antes del estreno de la película.
Una vez sostienes esta novela y te enfrentas a ella sabiendo que es una enfermedad la protagonista, tu subconsciente te transmite una señal primera de rechazo: lo malo es mejor apartarlo; por qué sufrir leyendo algo triste cuando hay tantas lecturas alegres. Aunque suele suceder, creo que en mi caso nunca me han afectado a la hora de empezar una nueva lectura. La información adicional a la trama que se obtiene sobre la enfermedad y su forma de afectar a las personas tanto física como emocionalmente me parece algo fundamental para aprender a conocernos a nosotros mismos. Cuanto más sepamos del alma humana, más humanos seremos.

Todos nos hemos vuelto locos, en un momento dado, preguntándonos dónde habremos dejado las llaves, dónde pusimos el móvil o en qué lugar de la casa se encontrará el reloj. Situaciones de momentánea desesperación que nos hace perder los nervios en ocasiones, poner la casa patas arribas o incluso rezar al santo San Cucufato (atándole los cojones,con perdón,  en forma de trapo y poniéndolos detrás de la puerta para que dé resultado mientras cantamos la tonadilla pertinente). 
Así comienza la historia de Alice, no con San Cucufato, pero sí perdiendo las llaves de casa. Una mujer de cincuenta años con una vida plena tanto en lo personal (felizmente casada y con tres hijos adultos con carreras prometedoras en diversos ámbitos profesionales) como en lo profesional (una eminente profesora de psicología en la Universidad de Harvard y con un presente y futuro prometedores como investigadora y conferenciante ).
Será en una de esas conferencias que tantas alegrías le ha dado en el pasado, cuando la enfermedad da la cara mientras recita un discurso mil veces realizado.

No podía encontrar la palabra adecuada, sabía lo que quería decir, pero la palabra concreta la eludía. No recordaba la primera letra, cómo sonaba la palabra o cuántas sílabas tenía y tampoco la tenía en la punta de la lengua. Había desaparecido de su mente.

Este primer encuentro con la amenazadora enfermedad lo acaba rechazando, pero no tardará mucho en aparecer un nuevo episodio mucho más preocupante que le hará saltar las alarmas hasta el punto de consultar un diagnóstico con un neurólogo.
Las preguntas fáciles y sus respuestas sencillas perecen pan comido en las pruebas que el especialista le hace, pero hay ocasiones en las que no es capaz de recordar algo que acaba de decirle y Alice es consciente de que algo está fallando dentro de su cabeza.
La mente de nuestra protagonista se niega a responder a esas preguntas. Hay algo que no funciona y se llama Alzheimer.

-Usted tiene Alzheimer temprano. Suele creerse que Alzheimer es una enfermedad que afecta a los ancianos, pero el diez por ciento de los afectados padece una forma temprana de la misma, y son menores de sesenta y cinco años.

Las palabras del doctor son punzantes hitos de cruda realidad y hacen que la seguridad de Alice se tambalee con este diagnóstico. En esos momentos de soledad aterradora y enfrentamiento cara a cara con algo que va más allá de ti, tiene que existir una base donde agarrarse, segura y reconfortante. Algo que la mantenga unida a la esperanza de vivir y ese mástil al que se sujeta Alice es su familia.
Una familia convertida en consuelo para una mujer triunfadora y hecha a sí misma. Una familia encabezada por su marido que luchará por encontrar la mejor manera de conseguir una estabilidad lo más duradera posible porque, como ya sabemos, a día de hoy, no existe una cura para el Alzheimer.
Ahora le tocará a Alice salir de la conmoción primera y enfrentarse al día a día.

...Ella no quería convertirse en alguien temido y evitado. Pero tenía Alzheimer, solo podía contar con dos medicamentos de escasa eficacia y no podía cambiar su enfermedad por cualquier otra felizmente curable. Sin embargo, suponiendo que la fecundación in vitro de Anna funcionase, quería vivir lo suficiente para poder abrazar a sus nietos, así como ver una actuación de Lydia de la que sentirse orgullosa, y ver a Tom realmente enamorado, y pasas otro año sabático con John, y leer todos los libros que pudiera antes de poder leer siquiera.


Alice va descubriendo, de esa manera, qué es lo verdaderamente importante en esta vida. El amor de su familia, los pequeños placeres cotidianos como leer, correr, pasear por la playa... Vivir, al fin y al cabo, una vida plena todo el tiempo que su consciencia, sin daño aún por la enfermedad, se lo permita. Aprovechando el momento, ese carpe diem, como si fuera el último.

-Eres tan hermosa -dijo-. Tengo miedo de mirarte un día y no saber quién eres.
-Creo que, aunque no supieras quién soy, seguirías sabiendo que te quiero.
-¿Y si un día te miro y no sé que eres mi hija?¿Y si no sé que me quieres?
-Entonces te diré que te quiero y me creerás.

Esos sentimientos tan humanos como el dolor y el miedo, te recorren como lector al igual que a Alice. Ese miedo a perder lo que más quieres aún sabiendo que seguirán a tu lado. Un miedo irracional que te hace actuar de la manera más racional posible. Si no puedes ofrecer a tus seres queridos más que sufrimiento ¿hay que saber pararlo a tiempo? ¿Será Alice capaz de tomar decisiones tan trascendentales para su vida y la de su familia? ¿Le dejará la enfermedad ser lo suficientemente consciente de sus actos?
Mientras estos dilemas la atormentan en el día a día, Alice no parará por hacer de su vida algo más importante, creando grupos de apoyos para los enfermos o enfrentándose a una sala repleta de público para hablar sobre el Alzheimer desde el punto de vista de una enferma, con valentía y toda la claridad que sus neuronas le permiten.

Mis ayeres están desapareciendo y mis mañanas son inciertos, así que ¿para qué seguir viviendo?, podríamos preguntarnos. Yo vivo día a día. Vivo momento a momento. En algún mañana me olvidaré de que hoy he estado aquí, ante vosotros, y que he dado este discurso. Pero, solo porque en algún mañana me olvide, no significa que no haya vivido cada segundo de este día. Olvidaré este hoy, pero esto no significa que este hoy no importe.

Cuando una novela aflora algo dentro de ti como Siempre Alice, ese algo te remueve los sentimientos, desde la risa al llanto. Cuando no te deja soltar el libro y lo agarras con fuerza cuando acaba... Cuando esto pasa, es cuando sabes que la literatura vale la pena.
Puede que no sea el mejor libro del mundo, ni el mejor escrito, pero hay algo por encima de las formalidades que vale más la pena y eso es que te haga SENTIR.



AUTORA


LISA GENOVA  es doctora en Ciencias Neurológicas por la Universidad de Harvard y escribe una columna en internet para la National Alzheimer´s Association. Vive con su familia en Massachusetts. Siempre Alice es su primera novela.





PUNTUACIÓN: 5/5

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